Comentario
Una muestra más del creciente intervencionismo norteamericano en el Caribe y América Central se observa en la creación de Panamá como país independiente, intentando resolver de un modo definitivo y favorable a sus intereses la gran cuestión de la comunicación interoceánica. La creación del nuevo país fue posible gracias a la utilización de territorios que anteriormente habían pertenecido a Colombia. Desde mediados del siglo XIX ya funcionaba en el istmo de Panamá un ferrocarril de capital norteamericano, que vinculaba el Atlántico con el Pacífico, pero que era insuficiente para garantizar unas buenas comunicaciones entre los dos océanos.
La importancia estratégica de una vía de comunicación fluvial que uniera el océano Pacífico con el Atlántico era clave para la economía norteamericana, pero pese a ello, la presencia de los Estados Unidos como únicos interesados no fue nada fácil, dado el interés de los británicos en el tema. Desde un principio, unos y otros especularon con la construcción de un canal que atravesara el istmo. Un intento frustrado fue realizado por Estados Unidos en Nicaragua mientras duró la presencia de William Walker en el país. Posteriormente, y con el aval del gobierno colombiano, Ferdinand de Lesseps planeó la construcción de un canal interoceánico que discurriera de forma paralela a las vías del ferrocarril.
Las obras comenzaron en 1878 y se desarrollaban muy lentamente. En 1889 los costos ya eran mayores de lo esperado y los resultados sensiblemente menores. Para colmo, un escándalo financiero condujo a la quiebra a la compañía de Lesseps, que como compensación dejó a los acreedores sólo los restos de las excavaciones y la maquinaria utilizada. Estos formaron la nueva Compañía del Canal de Panamá, posteriormente adquirida en 40 millones de dólares por capitales norteamericanos. La importancia del canal para los Estados Unidos aumentó a partir de 1898, cuando la incorporación de los archipiélagos de Filipinas y Hawai a sus dominios, supuso la revalorización de la vertiente del Pacífico.
En 1903, por un tratado con el gobierno colombiano (el Hay-Herrán) se entregó en arriendo a la Compañía del Canal una franja de seis millas de ancho durante nueve años a cambio de 10 millones de dólares y de un alquiler anual de otros, 250.000. Sin embargo, el Congreso colombiano no ratificó el tratado por considerarlo una seria amenaza contra su soberanía y el 3 de noviembre un alzamiento dirigido por las autoridades de la Compañía forzó la proclamación de la nueva república, que en sólo tres días fue reconocida por los Estados Unidos.
Los acontecimiento se aceleraron. El 18 de noviembre se firmó en Washington un acuerdo con los representantes de la nueva república de Panamá, según el cual los Estados Unidos recibieron una franja de tierra de diez millas de ancho (antes eran sólo seis), sobre la cual tendrían el derecho de soberanía y la posibilidad de construir las fortificaciones que estimaran convenientes para garantizar su defensa. Las cláusulas económicas del tratado eran similares a las anteriores, aunque en el artículo VII se reconocía el derecho de los Estados Unidos a intervenir militarmente en Panamá si estimaban que la paz y el orden podían estar amenazados.